Uds. dirán, ¿qué puedo decir yo, que soy un amargado que no festeja nada de nada y se queja de todo? Y bueno, me pintó viste.
Sólo voy a decir que... no importa que les moleste el consumismo. No importa que Jesús haya o no nacido el 25 de diciembre, ni de dónde viene eso del árbol de Navidad. No importa que te llame gente que nunca en la puta vida te llama, y que te moleste, poco o mucho, que te llamen para desearte "feliz Navidad", cuando a vos te importa tres carajos. No rechacen una invitación a salir con amigos para hacerse los duros porque "no festejan". No odiemos de más. Todo lo contrario, aflojemos... pongámonos un poco boluditos, un poco niños... sonriamos un toque. Sigamos esa, digamos... esencia que se respira. Y a no cuestionarse si es verdad lo que dijo tu tía de si te quiere con toda el alma y te desea lo mejor para los días siguientes o lo dijo para figurar y realmente no recuerda ni cómo te llamás ni hijo de quién eras. No importa si el vecino que te miró todo el año con cara de asco ahora te esboza una sonrisa y te desea felices fiestas y a vos te da más asco aún. Contagiémonos un poco de la alegría ajena. Hace bien, hacés bien y nadie te va a cuestionar nada.
Bueno, mucho no puedo decir; más que esto. Se los digo desde mi lugar, que me ando quejando de todo, todo el tiempo. Que cuestiono toda festividad existente. Es una autorreflexión, aunque bastante escueta, pero que tal vez a algún amargado como yo le sirva para pasarla un poco bien, aunque sea.
Y para los demás, bueno... Sigan en esa postura de positivismo y alegría. A los amargados de la vida como a mí, nos sirve.
Tengan todos felices fiestas. Coman mucho, rían mucho, jodan mucho, visiten a amigos. Si tienen la posibilidad, habiliten su casa para que se junten un par a boludear. Pero, no pierdan los cabales, no se viene el apocalipsis zombie che.
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