domingo, 15 de agosto de 2010

La vergüenza que uno pasa cuando pasea



 Voy caminando por un lugar de gran concurrencia. Veo gente, obviamente. Donde hay mucha gente, hay mucho para opinar. Peinados, maquillajes, teñidos... y ropa. Ropa, ¡ROPA!
 ¿Usted se ha puesto a mirar atentamente a los nuevos atuendos que rondan por las galerías? OMAIGOT.


 




Las calzas flasheras, ¡muestran sus piernas en su esplendor de la porquería y el mal gusto! Entre pierna y pierna se observa un ángulo llano. Abierto, bien abierto. Cambiemos.
 Me he fijado que hay gente que no tiene compasión: pantalones ajustados con medio matambre sobresaliendo, parecería fluorescente o algo producto de un delirio provocado por fiebre o ácidos. Aunque han inventado una solución que explicaré en el momento que aparezca un asterisco similar a éste: *


Otra cosa: Babuchas.

¡Qué nombre tan ridículo! Babuchas, babuchas. Lo digo en voz alta y me río. Yo pensé que babuchas eran éstas:



HE AQUÍ LA SOLUCIÓN, miren, el asterisco: *

 Yo creía que era un porta matambre. PERO NO.

Alguien, alguno. Vos, o el que está a tu lado. Tu mamá, tu abuela, tu papá, tu perro. ALGUIEN. ¡Que alguien me explique qué quiere decir esto! Para eso usá bombacha, flaca. O andá en bolas por la vida, pero por favor, SACATE ESA COSA QUE PARECE UNA BOLSA DE PAPAS.

Ah, y algo que he visto y he tenido intenciones de sacarme los ojos con cucharas:



















¡DE HOMBRES! O sea: